Cuando las personas preguntan a qué me dedico, sin dudarlo contesto: “A resolver problemas”, es mi vocación. En el mundo de la innovación es común haber escuchado al menos 50 veces la célebre cita de Albert Einstein: “Si tuviera sólo una hora para resolver un problema, dedicaría 55 minutos a pensar sobre el problema y sólo 5 minutos a la solución”. Lo impresionante es que después de 13 años de dedicarme a esto, al menos 1 vez por semana sigo encontrándome con la necesidad de instaurar la cultura de “Enamorarnos de los problemas y no de las soluciones”, otra frase célebre, pero de Uri Levine, (cofundador de Waze y de otros grandes emprendimientos: FeeX, Moovit…), la cuál sigue siendo vigente y apremiante.
Pero ¿qué es un problema?, ¿cuál es el problema correcto?, ¿cuál problema debería abordarse primero?, ¿cuál es la causa raíz vs los síntomas?, ¿puedo resolverlo?, ¿cuál es el beneficio?… son preguntas que seguramente te has hecho en algún proyecto o iniciativa y sino, deberías comenzar a preguntártelas. Ya que algunas de las principales razones por las que los proyectos, productos, servicios o procesos fracasan; son la falta de definición del problema u oportunidad, falta de involucramiento de personas clave y la solicitud de grandes cambios en etapas avanzadas del proyecto, regularmente relacionada con alguno de los dos puntos previos.
¿Cómo definir el problema?
Resolver el problema correcto, de la manera correcta, con las personas correctas, en el momento correcto… es un arte y una ciencia. En mi experiencia, la clave no está en la cantidad de recursos invertidos o en lo sofisticadas que parezcan las “soluciones de caja de moda”, (a las que yo suelo llamar “aspiradoras”). En realidad, el mejor recurso en el que podrías invertir es entender ¿cuál es el problema?, la capacidad de discernir entre un problema, una necesidad, un dolor (pain point), un deseo y una solución, tanto de nuestro negocio como de nuestros clientes u otros stakeholders… es una habilidad valiosísima que todos deberíamos entrenar.
Las consecuencias de no hacerlo van desde; productos que fracasan en el mercado, KPIs que no mejoran como esperamos, competencia que sigue aventajándonos, tecnologías que no solucionan nada o simplemente no se adoptan, colaboradores que siguen usando su hoja de excel en lugar del dashboard. En fin, “aspiradoras robots” que no usamos porque nuestros pisos no quedan suficientemente limpios, culpamos a las aspiradoras sin darnos cuenta que lo que necesitábamos era: quitarnos los zapatos, colocar guardapolvos, elevar los muebles, reemplazar la alfombra, una escoba nueva, una mejor técnica de barrido, u otro modelo de aspiradora que sí sobreviva a nuestras escaleras. En resumen, seguir invirtiendo recursos en una solución indecuada para el problema real.
Tomando el camino correcto
Afortunadamente existen herramientas, metodologías y recursos dentro del mundo de la innovación y el Design Thinking que pueden ayudarnos. Contamos por un lado con formas de identificar, mapear y priorizar el universo de oportunidades, necesidades y dolores que podríamos enfrentar. Y por otro lado, una vez identificado dónde vamos a enfocarnos, existen formas de profundizar en las oportunidades seleccionadas, para poder visualizar el valor, separar el problema raíz vs los síntomas, entender el contexto, los esfuerzos previos, los aprendizajes, los riesgos, amenzas e implicaciones. Todo esto será un proceso iterativo que conforme evolucione permitirá mayor refinamiento y entendimiento. Antes de invertir recursos en idear, conceptualizar, desarrollar e implementar soluciones.
El aspecto más poderoso de estas herramientas es que se trata de actividades dinámicas, colaborativas, regularmente a manera de workshops, que realmente permiten: retar paradigmas, estimular el pensamiento creativo, e identificar nuevas oportunidades y soluciones. Estos recursos son valiosos para áreas de innovación, transformación, producto, servicio, o cualquier otra área del negocio que requiera: resolver problemas, planear estratégicamente, desarrollar nuevos productos, servicios o procesos y encontrar soluciones. Sobretodo cuando el problema u oportunidad no está claro. Así que recuerda que siempre será preferible (inluso en una situación urgente), dedicar 1 minuto más a definir el problema, en lugar de brincar a la solución errónea.
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